En las pálidas luces del ocaso
solamente arropado de la brisa
me dirijo hacia ti, sereno el paso,
en la noche de silencio perfumada,
corriendo voy, con el deseo intenso
de verme una vez más en tu mirada
Y al despertar el sol, cuando amanece
siempre pregunto por ti…
y en busca de tu amor voy siempre,
Ya no sé dormir sin ti
se necesitan días, semanas,
quizás sean meses, o sean años,
pero tus ojos aún siguen en mí
y por siempre seguirán clavados.
Se me escapa la vida, no, no muero,
o tal vez sí, pero tan lentamente…
He perdido mi espíritu guerrero,
ya soy un rostro más entre la gente,
pero se que no te he perdido
que ahí permaneces como siempre.
Desde la soledad del desengaño,
pierdo vigor, ya no soy el mismo
sólo el dolor aumenta de tamaño,
sólo sus consecuencias se eternizan,
los ojos ya no ven, la lengua es muda
y hay sólo una certeza: Nuestra duda.
Estoy abriendo todas mis ventana
a la luz, a la brisa, a la frescura,
de esta nueva estación que se apresura
fuimos dos locos y cometimos mil locuras.
Por tu sueño cabalgo lentamente
por tu sueño vacío, inhabitable,
en el que no me oirás, aunque te hable
escuchando otra vez las melodías
que susurró la voz de este poeta
en noches de amor y melancolía…
Ángel Cámara Jiménez
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