¡Cuántos caminos recorridos! por los vergeles del tiempo
¡Cuántos sueños dormidos!
en la memoria, desiertos
En su pecho los latidos
acunan al niño... Que lleva dentro
y en su corazón malherido
sollozan los recuerdos
Como dos lazos en el viento
tiemblan sus manos arrugadas
entre la luna y el firmamento
buscando el abrazo de una mirada
Una sonrisa...Un lamento
de su boca casi marchita,
y algo cansada
y en el alma una rosa encendida
prende para ser cortada
Por unas manos que acaricien
como las suyas...
¡Aunque ya estén arrugadas!
ROSER
Amiga Roser, seu poema é triste e belo ao mesmo tempo. Oxalá, que quando atingirmos a idade das mãos enrugadas tenhamos a nossa volta, um abraço, um sorriso, um carinho.
ResponderEliminarVocê é uma poetisa de alma sensível e delicada.
Um grande abraço.
Hola apreciado amigo Dilmar, ante todo perdona mi tardanza a veces en responderte aqui, o en tu blog...
ResponderEliminarGracias por tus palabras y en verdad pienso como tú, que llegado el momento no nos falte el cariño tan necesario en todas las etapas de la vida, pero acercandose la vejez...espero no seamos olvidados.
Un abrazo para ti