EL SILENCIO PARA MI TAMBIEN FORMA PARTE DE LAS PALABRAS, CREO QUE SIN ÉL NO PODRÍA ESCRIBIR, PUES LO ESCUCHO CUANDO ME HABLA.

jueves, 17 de noviembre de 2011

CUÉNTAME UN CUENTO


Es largo el camino que me lleva a la estación de autobuses. La mañana ha despertado un poco gris, las hojas secas caídas en el suelo anuncian que llega el otoño.
Camino a paso lento porque voy con el tiempo suficiente para subirme al autobús que me llevará hacia un destino quizá equivocado, pero, como todo en la vida tiene su riesgo, me subo a él y tomo asiento al lado de la ventana. Asoman pequeños rayos de sol, que casi me obligan a cerrar los ojos, entonces veo en mi mente un bonito paisaje de vivencias, donde apareces tú, mi querida abuela.
¡Ay, que pensabas que en esta andadura mía no te recordaba!, pues son mis primeras palabras escritas para ti. Mujer altiva de gran carácter que tuvo que abandonar sus raíces con sus hijos de la mano para encontrar un lugar donde poder vivir mejor. Tiempos duros aquellos según me contabas, pues aunque era muy niña, me encantaba que me explicaras todas tus cosas, que entonces me sonaban como cuentos alucinantes, sin llegar a pensar en una cruda realidad.

Recuerdo tu tesón, tus luchas, miedos, tus manos poderosas haciendo ganchillo y los pestiños de azúcar para Navidad.

Tantas y tantas cosas recuerdo de ti y junto a ti, que en mi corazón, ¡Abuelita!, tienes un altar.

Me sonrío porque sé que también te hacía rabiar corriendo detrás de mí, alrededor de la mesa porque no quería comer o te respondía algo mal. ¡Pobres mis trenzas!, pues estaban al alcance de todos y los enfados revoloteaban por mi pelo, cosas de niña, ya ves.
¿Qué puedo decirte? Que la luna sigue estando ahí arriba, cerquita de ti, que las estrellas seguro que acarician tu pelo plateado y que entre las nubes y la lluvia se esconde alguna lágrima desde que te fuiste.

Una voz me dice, que ya estoy llegando a mi destino…

Gracias por acompañarme en éste viaje, la verdad que se me ha hecho muy corto en tu compañía.
Abuelita, no olvides lo que te quiero y solo te pido un favor, que de vez en cuando, me expliques un cuento como cuando era niña, las dos sentadas en el sillón.

ROSER

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